Moonshot: Making the Equality Fund

PARTE 3: De la política a la promesa (ESPAÑOL)

Episode Summary

En el último episodio de nuestra serie de tres partes, destacamos el papel fundamental que desempeñaron los ministros canadienses en el lanzamiento del Fondo de Igualdad. Descubra cómo líderes clave unieron al gobierno, la filantropía y el sector privado para remodelar la financiación del desarrollo mundial y promover los derechos de la mujer en todo el mundo. El Episodio 3 le desvela cómo estos campeones defendieron el innovador modelo del Fondo de Igualdad y su decisivo impacto.

Episode Notes

En el último episodio de nuestra serie de tres partes, destacamos el papel fundamental que desempeñaron los ministros canadienses en el lanzamiento del Fondo de Igualdad. Descubra cómo líderes clave unieron al gobierno, la filantropía y el sector privado para remodelar la financiación del desarrollo mundial y promover los derechos de la mujer en todo el mundo. El Episodio 3 le desvela cómo estos campeones defendieron el innovador modelo del Fondo de Igualdad y su decisivo impacto.

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En este episodio... 

Nicky McIntyre recuerda: «Era una oportunidad para reunir a donantes gubernamentales, instituciones financieras y fundaciones públicas y privadas en una de las mayores inyecciones de financiación feminista del mundo.

Sabíamos que, si contaban con los recursos adecuados a lo largo del tiempo, las organizaciones feministas podían transformar el mundo». 

Este es el último episodio de nuestra serie de tres entregas, «Objetivo, la Luna: el origen del Fondo de Igualdad». 

En los dos episodios anteriores, analizamos la singular colaboración entre socios públicos, privados y gubernamentales que hizo posible esta inversión de 300 millones de dólares.

Hoy, iremos tras bambalinas para escuchar a las ministras del Gobierno de Canadá que hicieron esto posible. ¿Cómo lograron desbloquear esos históricos 300 millones de dólares en primer lugar? ¿Qué fue lo que las hizo confiar en el potencial del Fondo de Igualdad? Hoy van a escuchar, de primera mano, a las líderes que hicieron posible desde la histórica política de asistencia internacional feminista hasta la audaz decisión de invertir en un enfoque totalmente novedoso para el desarrollo.

Antes de seguir escuchando, un breve apunte. Escucharán a distintas personas en este pódcast. Diremos sus nombres para que siempre sepan quién está hablando.

Comencemos con Marie-Claude Bibeau. Durante su liderazgo como ministra de Desarrollo Internacional entre 2015 y 2019, Canadá adoptó su política de asistencia internacional feminista. Este enfoque tan novedoso supuso que el Gobierno de Canadá pusiera el género en el centro de su labor de desarrollo internacional, lo que reestructuraría su financiación en áreas clave, como la salud, la educación y el crecimiento económico. Esta nueva política también priorizó la financiación directa a organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres que trabajan en comunidades locales. También instó al Gobierno a abordar los problemas de nuestro tiempo, tales como el cambio climático o la paz y la seguridad, desde una perspectiva feminista. En síntesis, supuso transformar la asistencia internacional para el desarrollo tal y como la conocemos. 

La ministra Bibeau comenta: «En 2015, cuando fui electa por primera vez y el primer ministro Trudeau me pidió que fuese la ministra de Desarrollo Internacional, me otorgó el mandato de revisar a fondo la política de asistencia internacional. Así que mantuvimos muchísimas consultas en todo el mundo, tanto aquí en Canadá como en países en desarrollo, en países en situación de crisis y en otros países afines. Resultó evidente que el empoderamiento de las mujeres no solo sería uno de los pilares de la política, sino también su piedra angular».

La ministra Bibeau habla sobre esta labor en un discurso pronunciado en 2018.

«Hoy, 8 de marzo de 2018, Día Internacional de la Mujer, Canadá reconoce el esfuerzo mayúsculo de cientos de miles de mujeres y niñas en todo el mundo para mejorar sus vidas y las de las generaciones futuras. Me he reunido con a algunas de estas mujeres en Nigeria, Mali, Irak o Bangladesh. Por ellas hemos puesto en marcha la iniciativa Voz y Liderazgo de las Mujeres. Con ayuda de los grupos locales de mujeres, queremos poner fin al matrimonio infantil, dar acceso a mecanismos anticonceptivos, hacer accesibles las finanzas para las mujeres y las emprendedoras y permitir que las mujeres accedan a puestos de toma de decisiones».

Ahora escucharemos a Louise Holt, otra importante líder en nuestra trayectoria. Louise dirigió el equipo del Ministerio de Asuntos Mundiales del Gobierno de Canadá que supervisó la licitación.

Louise lo describe de la siguiente manera:«El creciente apoyo a las organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres y a los movimientos feministas fue uno de los principales compromiso de la entonces nueva política de asistencia internacional feminista de Canadá, que se acababa de poner en marcha en 2018».

Ella señala: «Veíamos estudios y evidencias muy sólidos sobre la importante función que desempeñan las organizaciones y los movimientos de defensa de los derechos de las mujeres en la consecución de un cambio transformador de género y de resultados en el desarrollo sostenible.

Pero estos esfuerzos llevan tiempo. Necesitan capacidad de organización. También nos percatábamos de la poca financiación que recibían estas organizaciones por aquel entonces: menos del 1 % del total de la asistencia al desarrollo destinada a cuestiones de género, una cantidad muy pequeña. 

Había un firme compromiso para abordar el déficit de financiación para las organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres». 

Louise agrega: «Nuestra ministra en aquel momento, Marie-Claude Bibeau, habló mucho sobre esto y creo que tenía el firme compromiso de abordar el desarrollo de manera distinta. 

Y creo que ese liderazgo político de alto nivel es clave para el éxito de cualquier iniciativa como esta…».

La ministra Bibeau recuerda: «Todo giraba en torno al empoderamiento de las mujeres y las niñas porque, cuando se las empodera, la comunidad al completo crece y se desarrolla».

Louise Holt lo comenta: «Nos adentrábamos en los nuevos objetivos de desarrollo sostenible y, a nivel general, se reconocía que la financiación de la asistencia al desarrollo por sí sola no iba a bastar para colmar los déficits de financiación para conseguir un desarrollo social y económico real y sostenible en el Sur Global. 

El Gobierno se comprometió a estudiar nuevas formas de operar y nuevas fuentes de financiación. 

Destinar esos 300 millones de dólares a manos de un fondo de mujeres fue el reflejo de las aspiraciones del Gobierno de Canadá y de su Ministerio de Asuntos Mundiales y predicar con el ejemplo». 

«Hicieron falta nuevas maneras de operar a todos los niveles y por parte de todos los socios».

Ella señala: «Con anterioridad, gran parte de esa financiación canadiense iba mediada por organizaciones intermediarias u otras organizaciones internacionales más grandes. 

Y pienso algo parecido sobre el sector privado…

Si bien ya habíamos podido trabajar en lo mismo, no teníamos esa experiencia trabajando de manera conjunta, y mucho menos en algo tan ambicioso: fundar una nueva organización inmensa, con un mandato tan complejo como es la concesión de subvenciones y la creación de una fuente de financiación sostenible por medio de inversiones de impacto financiero y social».

La ministra Bibeau señala una idea clave: «Creo que la palabra clave es “sostenibilidad” porque, si quieres generar un cambio en tu comunidad, tienes que trabajar con todo el mundo. Tienes que trabajar, obviamente, con mujeres y niñas, pero también con líderes locales y otras muchas partes. Esto requiere un cambio de mentalidad que no se consigue de la noche a la mañana. 

Entonces nos dimos cuenta de que no solo la financiación gubernamental era importante, sino que también tenemos que encontrar la manera de atraer al sector privado, a la filantropía…».

Nicky McIntyre es directora ejecutiva de la Fundación para una Sociedad Justa, con la que hablamos en nuestro primer episodio.  Esta fundación formó parte de nuestro primer grupo de financiadores.

Nos dice: «El grupo incluyó el Global North Women's Fund, el African Women's Development Fund, fundaciones comunitarias, la mayor institución financiera de Canadá, una empresa de inversión con perspectiva de género, personas del sector del capital de riesgo y otras personas con las que jamás me había cruzado siquiera.

El lema del Fondo de Igualdad es «Cuando nos unimos, movemos el mundo».Creo que se puso mucho énfasis en reunir a distintas partes.

La idea era reunir a estas organizaciones que estaban literalmente transformando al mundo. Nuestro anhelo colectivo era destinar recursos a estas organizaciones, uno de los principales aspectos que nos unía y de nuestra visión colectiva».

La ministra Bibeau señala: «Todas las personas implicadas queríamos que esto se hiciera realidad. Compartíamos el mismo entusiasmo y compromiso con la causa. Veníamos de mundos muy distintos y logramos hacerlo realidad. Fue increíble porque creo que todas las personas implicadas teníamos ese compromiso, que llevamos cinco años manteniendo». 

Nicky McIntyre añade: «Una de las grandes ideas en las que se basó el fondo fue la noción de sostenibilidad. Se puso mucho énfasis en que las coaliciones y redes garantizaran que el tipo de financiación que llegara a las organizaciones destinatarias fuera verdaderamente flexible, que respondiera a sus necesidades y prioridades y no que tuviera un enfoque descendente, por el que alguien externo dijera: “queremos que dirijas tal programa para cumplir tales objetivos”.

La financiación también podía utilizarse para financiar respuestas de emergencia. Podía utilizarse en catástrofes o zonas de conflicto. Era una financiación increíblemente flexible y centrada en llegar a estas organizaciones de base de mujeres.

Queríamos garantizar la pervivencia y sostenibilidad del fondo durante décadas. 

Buscábamos que generara una rentabilidad significativa para los inversores, pero también que esa rentabilidad fuera a perpetuidad y que retornara al propio fondo».

Louise Holt apunta: «Sin duda, desde el punto de vista del Gobierno de Canadá, cambió por completo nuestro enfoque y modelo de financiación habituales.

Se concedieron 300 millones de dólares de golpe. Es el mayor acuerdo de contribución de la historia y una cuantía que el Ministerio de Asuntos Mundiales de Canadá había concedido de golpe a una sola organización. 

Y estábamos hablando de resultados que no eran tan fáciles de medir como los proyectos tradicionales de desarrollo.

Tuvimos una respuesta abrumadora a la licitación. Creo que, de nuevo, incluso tras el proceso de consultas, empezábamos a ver que había un interés y un impulso genuinos, además de mucho apoyo. Mucha gente nos decía que esto era algo importante, necesario y, quizás, factible.

Pero aún no teníamos ninguna certeza en el momento de la licitación. Sabíamos que, por aquel entonces, no había ninguna organización en Canadá que contara con la capacidad de manejar o que hubiera manejando en el pasado tal cantidad de dinero…».

Agrega: «Pedíamos mucho. Era una iniciativa muy grande y osada». 

Jess Tomlin señala: «Dado que había tanto en juego, el Fondo de Igualdad tuvo que demostrar que el éxito era posible. Sabíamos que los gobiernos tienden a aprender de otros gobiernos. El ejemplo más cercano que pudimos señalar es el del Gobierno de Países Bajos, que diseñó una política y comprometió financiación para apoyar a los movimientos feministas del Sir Global. 

En 2017, Nicky trabajaba en estrecha colaboración con el Ministerio de Asuntos Exteriores de los Países Bajos y compartió aprendizajes e ideas con Canadá».

Nicky comenta: «Queríamos que el Gobierno de Canadá supiera que esto era posible. Con frecuencia, se nos decía que esto no era posible, que así no se hacían las cosas. Que estas organizaciones no iban a poder absorber una financiación de esta magnitud.

Nuestro deber era cambiar este paradigma por completo.

Por eso que sigo señalando el papel tan importante que desempeñó el Gobierno de Países Bajos. No es muy habitual que quienes trabajan para la función pública digan: “se nos ha ocurrido cómo hacer las cosas”. 

Nos encantaría poder compartir la manera en la que superamos algunos de los enormes obstáculos burocráticos para poder dotar de recursos a las organizaciones de base de defensa de los derechos, objetivo que esperábamos alcanzar desde hacía años, pero solo nos topamos con obstáculos.

Y, entonces, las entidades gubernamentales que tenía en mente comenzaron a ver que era posible movilizar una mayor y mejor financiación para que llegue a organizaciones feministas. No solo era posible, sino que estaba generando un cambio importante».

«Nicky tenía razón», dice Jess Tomlin. «Todo salió bien. Nuestra candidatura fue un éxito. Y, como ya recordamos en el primer episodio, el 3 de junio de 2019, nos reunimos en Vancouver en la Conferencia de Women Deliver para celebrar este anuncio. Todos nuestros socios gubernamentales estaban allí».

Maryam Monsef, por entonces ministra de Desarrollo Internacional, hizo el histórico anuncio en nombre del Gobierno de Canadá.

«Yo llegué cuando lo peor había pasado y solo tocaba tomar una decisión. Quiero felicitar a Marie-Claude por su increíble trabajo y dedicación, por las miles de conversaciones que mantuvo con mujeres líderes en todo el mundo y por tener el valor plantear esta visión en el seno del gabinete, que es donde escuché hablar por primera vez sobre este tema, que me encantó. Yo trabajaba en una cartera diferente, pero sabía que este tema iba a suponer un antes y un después para las mujeres y las organizaciones de mujeres».

«Este anuncio se dio en el contexto de la Conferencia de Women Deliver, que hospedaba Canadá. Por aquel entonces, fue el mayor encuentro de feministas del planeta. Canadá era el país anfitrión de esta gran congregación de mujeres de todo el mundo, que iban a venir a Vancouver, en la Columbia Británica, en un momento muy interesante desde un punto de vista político en Canadá.

Esto coincidía con los albores del movimiento #MeToo, con la intensificación de las conversaciones sobre los derechos de las mujeres y con la creciente valentía de las mujeres de quienes se preocupaban por nosotras. Entonces decidimos seguir adelante con el Fondo de Igualdad para sumarnos a esa visión.

Había tantísimos socios que, de hecho, no cabíamos en el escenario», recuerda.

«Había mucha humedad. Tengo el cabello rizado, por lo que, con la humedad, se fue al traste mi idea de peinado. Pero estaba contentísima y muy orgullosa de Canadá.

Fue una manera preciosa y muy apropiada de dar inicio a la Conferencia de Women Deliver en Canadá», recuerda. «Marcó un momento que creo fue muy importante para el movimiento por los derechos de las mujeres. No dejábamos de escucharlo y todos los estudios demostraban que, aunque la inversión en las organizaciones de mujeres es la mejor forma de promover la igualdad de género, menos del 2 % de la financiación de ayuda en todo el mundo iban a parar a esa causa. Ese momento nos permitió no solo hablar de feminismo y de las buenas políticas socioeconómicas, sino demostrar que podemos escuchar las voces de mujeres líderes sobre el terreno en todo el mundo y decir “les confiamos este dinero porque creemos en ustedes”. Y ya está. Fue un honor estar en esa sala, celebrar ese trabajo y honrar las voces de las muchas mujeres que vinieron antes de nosotras, que trabajaron para persuadir al Gobierno en el momento preciso, de la manera correcta, de que esta era una inversión por la que merecía la pena arriesgarse y hacer algo que no se había hecho antes».

Jess Tomlin recuerda muy bien esa sala y lo que sintió al ver a toda esa gente, a muchas personas con las lágrimas saltadas porque habían luchado toda su vida por este objetivo y por fin lo veían materializarse, de manera grandiosa e impactante. Fue profundamente conmovedor.

Ella agrega: «Pero recuerdo muy bien que, después, la gente se me acercaba y me decía: “un momento, ¿la ministra Monsef es la primera mujer afgana electa en el parlamento canadiense? ¿Es eso verdad?”. La gente estaba entusiasmada de conocer el nuevo rostro del liderazgo, así como todo lo que ella representaba: una mujer con una trayectoria política poco tradicional y que había logrado tantas cosas por sí sola que nunca antes se habían logrado».

Maryam Monsef dice: «A lo largo de mi carrera política, esa trayectoria política poco tradicional a la que haces referencia, fue para mí un lastre en muchas ocasiones a título personal y me trajo muchos momentos incómodos, muchas caídas de bruces, muchas instancias de ser el centro de atención y de ser sometida a todo tipo de escrutinio público. Pero hubo momentos en los que mi experiencia personal importaba. Y hubo momentos en los que mi propósito vital guardó consonancia de manera muy directa con lo que hacía en el Gobierno.

Estoy muy orgullosa de haber sido la primera mujer afgana en el parlamento, de ser la primera musulmana en el gabinete, de ser la primera mujer electa en mi distrito para representar a mi comunidad en Ottawa. Estoy muy orgullosa de todo ello.

Si cualquiera de mis logros tiene algún valor es porque las mujeres líderes han luchado por ellos, han creado los espacios para ellos, han creído en ellos antes que nadie. Así que, cuando estoy en ese tipo de contextos, es evidente el respeto y la reverencia que se siente por el trabajo de los movimientos de mujeres y por las personas que nos precedieron».

Es precisa al señalar que: «Este es un movimiento que ha existido desde mucho antes de que llegáramos. Es un movimiento que perdurará mucho después de que nos hayamos ido. Fue increíble estar en una sala así, para invertir en la sostenibilidad del movimiento, que gracias a ustedes descubrí que era mi principal prioridad en el Gobierno. Estaba pudiendo cumplir mi propósito, lo que es un auténtico privilegio.

Ahora, escuchemos Karina Gould, que promovió el desarrollo de la primera política de asistencia internacional feminista de Canadá como secretaria parlamentaria para la ministra Bibeau entre 2015 y 2017. Más adelante, pasó a ostentar la cartera de ministra de Desarrollo Internacional y desempeñó un papel integral con el Fondo de Igualdad durante sus primeros dos años.

«Madre mía, parece que fue hace una eternidad.

Pero me permitió estar ahí para el lanzamiento del Fondo de Igualdad, que fue muy emocionante.

Creo que el Fondo de Igualdad fue nuestra primera gran innovación en el sector del desarrollo. De hecho, inspiró otras medidas del Gobierno de Canadá. Como el Black Endowment Fund, por ejemplo, ¿no?

Fue nuestra oportunidad para decir “así es como lo estamos haciendo, y podemos usar este modelo para otros de nuestros objetivos de justicia social”. Fue emocionante de ver, porque funcionaba. Por tanto, pudimos aprender del Fondo de Igualdad y aplicar lo que habíamos aprendido a otras áreas del Gobierno, que ahora se traducen a nivel nacional. No solo a nivel internacional.

En realidad, recuerdo haber mantenido conversaciones con otros países y otras fundaciones para alentarlos a sumarse al Fondo de Igualdad y ver el valor que aportaba», añade.

Jess Tomlin comenta el punto en el que se encuentra el Fondo de Igualdad: «El Fondo de Igualdad va a cumplir cinco años. El Gobierno de Canadá realizó una contribución inicial muy importante y onerosa, a la vez que desencadenó e inspiró otras contribuciones. Canadá ya no es el único Gobierno en el tablero de juego.

Hemos logrado ampliar las contribuciones filantrópicas. A día de hoy, hemos destinado, comprometido y asignado más de 100 millones de dólares en fondos para organizaciones y movimientos feministas en más de 100 países, con más de 1000 copartes y, según dice nuestra cartera actual, contamos con unos 317 millones de dólares en nuestra cartera de inversión». 

La ministra Gould dice: «Me ha impactado oír eso de “más de 100 países, más de 1000 copartes y más de 100 millones de dólares”.

Ese es precisamente el trabajo que el Fondo de Igualdad debería estar haciendo y para el que debería captar a más gente. 

Creo que ahora existe un espacio de filantropía en su mayoría femenina que desea contribuir de esta manera y que quiere ver un impacto positivo, un cambio a mejor en las vidas no solo de las mujeres y la niñas en todo el mundo, sino también de las personas en general. Se reconoce y se cree que adoptar un enfoque feminista puede tener un gran impacto.

Y creo que de aquí proviene la innovación. De reconocer que es necesario trabajar en estrecha colaboración con la población local, escucharla, comprender sus necesidades, confiar en su capacidad para tomar decisiones y para saber lo que su comunidad necesita. Eso es lo más emocionante del Fondo de Igualdad», añade.

«Es un enfoque distinto al enfoque descendente que lleva mucho tiempo empleándose en el sector del desarrollo. La idea es intentar cambiar de paradigma y la manera en la que operamos cuando trabajamos con personas provenientes de países en desarrollo. Es decir, trabajar codo con codo, bien en calidad de apoyo, en lugar de con esa actitud de mandar, dirigir e imponer las soluciones.

El mundo nos ha demostrado que necesitamos este tipo de inversiones más que nunca.

Y, de hecho, creo que hemos visto que esta tarea se está volviendo cada vez más ardua, incluso más que hace un par de años.

Creo que hoy es más importante hacer notar la voz y el liderazgo de Canadá.

Cuando vemos un cambio, un gran cambio positivo en el mundo, suele provenir de las bases, que son las que dicen qué es lo que necesitan».

La ministra Bibeau reflexiona: «El primer paso es escuchar y, cuando sea posible, visitar presencialmente. He tenido la posibilidad de visitar muchísimos países en desarrollo o en situación de crisis; de conversar con mujeres en campamentos de refugiados, hospitales, clínicas, proyectos agrícolas y otros entornos; de percibir sus retos y de escuchar su experiencia de primera mano. Esto me ha permitido entender mejor su realidad. También me ha permitido comprender lo que ocurre. Para conocer de primera mano y encontrar soluciones reales, hay que entender de verdad lo que está pasando. Esto también nos permite actuar con convicción, porque sientes en tus adentros que tienes la oportunidad de cambiar la vida de estas mujeres.

Creo que la primera lección es, sin duda, que hay que tomarse el tiempo de escuchar, comprender y, luego, pasar a la acción», agrega. «La segunda es que nunca puedes rendirte. A veces es duro. A veces, el viento sopla en contra, pero si creemos en lo que estamos haciendo, tenemos que seguir luchando y no tirar la toalla.

También hay que buscar alianzas. Creo que, si trabajamos con otras personas, es la mejor manera de lograrlo».

Jess Tomlin señala: «No podríamos haberlo conseguido sin la Fundación Ford, que en 2021 concedió una subvención histórica de 15 millones de dólares. Fue la mayor inversión privada hasta la fecha en el Fondo de Igualdad. 

Monica Aleman, directora del programa internacional de género y justicia racial y étnica de la Fundación Ford, fue la que lideró esta iniciativa. 

Aunque no estaríamos aquí si no hubiera sido por el activismo y el liderazgo de Monica, ella sería la primera en decir que no ha podido hacer este trabajo sola…».

Como ella dice: «Sabemos que necesitamos una comunidad. La única manera que tenemos de lograrlo es trabajar en conjunto». 

Preguntamos Monica, que tiene una dilatada experiencia, qué es lo que está en juego si el Fondo de Igualdad fracasa.

«Desde mi punto de vista, está en juego el bienestar del 50 % de la población mundial», dice Monica. «Lo que está en juego son las condiciones, la capacidad y la habilidad para mejorar las condiciones para las mujeres y las niñas en el mundo. Pero también está en juego la sostenibilidad del movimiento feminista y de nuestro ideal como feministas para reinventar diversas maneras de democratizar el acceso a los recursos financieros.

Sabemos que los cambios sistémicos y a largo plazo precisan inversiones de las magnitudes que el Fondo de Igualdad ha propuesto a la comunidad de donantes. Es fundamental que no perdamos esto de vista. Somos quienes dotamos de recursos a las personas en primera línea. Somos quienes garantizamos que niñas y niños tengan comida, que las comunidades tengan acceso a su tierra y a sus bosques.

Somos quienes garantizamos que los marcos legislativos y normativos vigentes tengan sentido. Somos quienes mejor atendemos a las comunidades más marginalizadas», señala. «Por eso, es extremadamente importante que el Fondo de Igualdad no pierda su capacidad de estar en contacto con las condiciones materiales de las mujeres y las niñas en muchas comunidades en el mundo».

Maryam Monsef nos recuerda: «Nada de esto está tallado en piedra. Hay que prepararse para combatir contra quienes se opondrán acérrimamente al progreso. Por eso tenemos que celebrar las victorias, recuperar las energías y volver a la carga, porque son muy pocas las organizaciones de mujeres que conozco que, a pesar de el aumento en la inversión y la asistencia, sienten que tienen apoyo, que tienen todo lo que necesitan, que tienen dinero en el banco para hacer frente a cualquier emergencia, que pueden hacer frente a cualquier cambio en las políticas en el futuro y que no tiene lista de espera para prestar sus servicios».

Monica Aleman señala: «Creo que el Fondo de Igualdad ya está cumpliendo con su promesa. Y no solo su promesa, sino también la nuestra como comunidad y como movimiento.

El Fondo de Igualdad ha creado un modelo distinto. Aunque funciona a gran escala, nos ha demostrado que pensar en grande no es incompatible con crear una institución capaz de captar y reproducir un modelo feminista de organización y creación. 

Las áreas identificadas tienen mucho que ver con reconocer las principales causas de la desigualdad y los principales puntos de acceso para que el movimiento feminista impulse un cambio, ya sea en la voz y la representación, en las oportunidades económicas o en el reconocimiento del impacto del cambio climático».

A lo que añade: «El Fondo de Igualdad ha puesto en el centro a mujeres, niñas y personas de género no conforme, ha identificado las problemáticas vigentes y ha trabajado mucho para idear las estrategias y los movimientos que necesitan financiación para poder avanzar…».

En parte, para cumplir esta promesa hay que aprovechar estas inversiones históricas para crear nuevas alianzas audaces. En 2023, el Fondo de Igualdad tuvo el orgullo de anunciar su segunda gran inversión bilateral: 54 millones de dólares provenientes del Ministerio de Relaciones Exteriores, del Commonwealth y de Desarrollo del Reino Unido. 

Hemos demostrado lo que se puede hacer a escala gubernamental y filantrópica. Aquí tenemos a Jess Houssain, a la que ya escuchamos en el segundo episodio. Es cofundadora del Fondo de Igualdad.

«La filantropía es una parte fundamental del modelo, porque el capital filantrópico se puede mover de manera muy distinta al resto de tipos de capital, como el capital de inversión o el capital público.

Nuestros donantes filantrópicos y feministas saben que podemos ser más ágiles que otras organizaciones. Podemos poner dinero en circulación con facilidad, podemos dotar de recursos proyectos que otras entidades verían como «poco atractivos» y podemos trabajar con organizaciones y fondos durante muchísimos años, a los que además podemos captar con mayor facilidad. No hay que suplicar tanto, ¿no? La idea es más bien indagar en qué posibilidades de colaboración hay, no tanto mendigar dinero por caridad», expresa. 

«Todo esto también replantea la dinámica de poder que hay tras dar y recibir dinero. Creo que esto es algo que el Fondo de Igualdad sigue intentando hacer: replantear las alianzas con la filantropía, con el fin de forjar una relación equitativa. 

Luego, la idea es mover el dinero de manera ágil, pero que no sean los donantes, sino los movimientos los que se encarguen de ello. Así, el dinero irá a parar donde más se necesita y podrá utilizarse de la mejor manera posible». 

También apunta: «Llevará más tiempo influir en otras industrias o sectores que tardan un poco más en llegar a lo que creemos que son nuestras mejores prácticas. A lo que me refiero con esto es a una manera de operar flexible, plurianial y a largo plazo, en la que se actúa según las necesidades de los movimientos y no según lo que el donante piensa que es importante.

Creo que esto sigue siendo muy importante y los donantes han de entenderlo. Creo que el riesgo de crear algo que crezca tan rápido como el Fondo de Igualdad es que el sector filantrópico puede pensar: “¿qué más da que yo siga financiando a este nivel si el Gobierno de Canadá ya está ahí metido con un fondo de 100 millones de dólares, si el Gobierno británico ya está ahí metido y si otros Gobiernos acabarán metidos pronto?”.

La respuesta es que ese capital está restringido. Les garantizo que estos gobiernos no se movilizan con la misma agilidad y flexibilidad. Sus requisitos de movilización de fondos son distintos. Sus obligaciones en materia de presentación de informes son distintas. Cuesta mucho captarlos y mantenerlos. 

Por tanto, la filantropía es literalmente un regalo para las organizaciones que intentan hacer algo muy difícil. Como filántropa, tienes la oportunidad y la suerte de formar parte de esto», expresa.

Con esto llegamos al final del principio. El final del primer capítulo en la historia del Fondo de Igualdad. Esta historia es muestra del poder de la colaboración y la acción comprometida. 

La historia del Fondo de Igualdad es una historia colectiva. Por eso nos gustaría concluir con un profundo agradecimiento a las tantísimas personas que, como socias, aliadas o cómplices, hacen posible nuestra labor. 

Aquellas líderes visionarias del Gobierno de Canadá (y del Gobierno del Reino Unido, que se adhirió algo más tarde) que se atrevieron a invertir en los movimientos de mujeres de forma valientesostenible.

Las organizaciones y líderes feministas, cuya incansable labor impulsa un cambio real en la práctica, que han actuado como activistas, adalides y estrategas en todo momento y que están en el centro de esta labor. 

A quienes integran nuestro personal, nuestra junta directiva, nuestras alianzas, nuestras colaboraciones y nuestras amistades. Hacer cosas nuevas es difícil. Pero todas estas personas se han dado la talla día tras día. Aún queda mucho por hacer, todas juntas. 

Con esto, cerramos el círculo. 

Esta ha sido una magnífica oportunidad para reflexionar sobre los ideales, la planificación y la labor del Fondo de Igualdad en sus albores, en compañía de magníficas amigas y adalides. 

Esta idea audaz de aspirar a la Luna que, cinco años después, se alza orgullosafirme, en consonancia con su estrella polar: la dotación de recursos a los movimientos feministas a una escala nunca antes vista.

Lo que sabemos es que tardaremos varias vidas en desmantelar y reconstruir el mundo en el que vivimos para lograr un cambio profundo y sostenido en los sistemas, las normas, las leyes, las creencias y los comportamientos que ahora nos lastran. Es una carrera de fondo, no de velocidad. Si algo trasluce de la historia del Fondo de Igualdad es que la perseverancia de miles de líderes en cientos de países da sus frutos. Puede que estos no se vean en los confines de un mero ciclo de proyecto. Pero, sin duda, se dilucidan a lo largo del tiempo.

¿Cómo pueden involucrarse?

Infórmense sobre el Fondo de Igualdad y visiten nuestro sitio web. Sígannos en redes sociales y participen en la conversación. Apoyen nuestro trabajo con una donación.Y sigan poniendo en valor la labor de los movimientos feministas en todo el mundo. En su vida profesional, en redes sociales e incluso, en especial, en su entorno más cercano.
Pase lo que pase, sigamos adelante.

Este ha sido el último episodio de nuestra serie de tres entregas, «Objetivo, la Luna: el origen del Fondo de Igualdad». Damos las gracias a Amina Doherty por sus aportaciones a este pódcast. Esta serie es fruto del trabajo de Tatiana Buba, Sarah Matsushita, Catherine Hodgson, Nicole Fischer y Joe Voeller. La ilustración del pódcast es de Kamo Frank.

Este pódcast ha sido producido y editado por Katie Jensen, de Vocal Fry Studios.

Gracias por escucharnos.